Me permito dejar de hacerme la fuerte por una vez en mi vida y reconocer que las extraño, que no puedo sin ellas y que haría lo que fuese por estar otra vez ahí ... sentada en la cama, mirando como una ponía a Karina a todo volumen y empezaba a gritar despechada por su novio (o al menos si se lo puede llamar así al que tenía el turno de esa semana), a la otra maquillándose (sí, se maquillaban para ir a dormir). Extraño volver a eso que el viaje en colectivo era como estar en una montaña rusa (por lo divertido, no por el vértigo). Nunca me había detenido a mirar que habían asientos en la ubicación opuesta a la que maneja el colectivero ... miren si no la pasaba bien con ella como para no ver semejante cosa!
Aprendí a cruzar la calle teniendo que mirar el semáforo. Aprendí a tener que pensar sola en qué decirle a mi novio cuando nos peleábamos. Aprendí a delinearme sola (mentira, todavía no lo aprendí). Aprendí lo que era caminar sola por la calle a las 3 de la mañana, e incluso ir al Barrio Naval. ¡Qué feo es el mundo sin ustedes! Ya no le encuentro uso al inboxs, ya no copio y pego conversaciones, ya no sé lo que es reír.
Las extraño, las extraño tanto que no puedo explicar cuánto.
Valoro cada cosa que hicieron por mí, no me va a alcanzar la vida a agradecerles y devolverle cada detalle, cada favor, cada abrazo. Les deseo lo mejor (aunque también deseo que vuelvan)
Por siempre, la enana
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